31 diciembre 2006
Collage para los Reyes Magos
Ahora q se acerca el fin y el comienzo, y llega la hora de las despedidas y las confesiones, yo sigo sin saber a ciencia cierta si prefiero el expresionismo de Kirchner o el surrealismo de Breton. Y no es q me importe demasiado porque ya es un sosiego darse cuenta de que, a pesar de no estar satisfecha de nada, tampoco tengo nada de q arrepentirme. Por mucho q haya perdido la fe en todas sus divinidades, tengo q confesar que este año me he convertido en una verdadera fan. Y, aunque los síntomas no se manifestaran de inmediato, pues siempre hay un desajuste entre lo no expresado pero pretendido y lo expresado sin kerer, yo siempre desee (keda constancia en mi carta a los Reyes Magos) ser una fan de los llamados Respiradores. Lo he disfrutado tanto q kisiera dejar aki constancia de ello y pido de nuevo en mi carta a los reyes un poco más de este aura de respiradora. Así, que con este reincidente deseo, el arte pasa a ser un sueño innecesario en mi vida, aunque yo me siga preguntando una cuestión de higiene íntima: es necesario meter la médula de la espada en la sartén del amado?
30 diciembre 2006
Poema de fin de año
¿Cuánta cuerda nos queda?
Porque antes de que nos convirtamos en ositos de peluche
con las pilas gastadas,
aún podemos decirle a la luna
que tenemos ojeras para rato.
Y entonces viene el cuento de la edad y todo eso,
y lo que pudiendo haber sido no somos ni nunca seremos.
Pero rebuscando en los bolsillos
aun me queda calderilla para otro año
de despertarme donde no debo
y acostarme con quien no recuerdo.
Que ya vendrán los días de reposar el pellejo,
ya tendremos tiempo
de quitarle al sábado lo que la maldita suerte nos trajo.
Y entonces muy adentro sabremos
sin asomo de duda,
que lo que le hemos besado a la luna
no nos lo quita
princesa ninguna.
(va por ustedes amiguitos, por más años como los anteriores)
Porque antes de que nos convirtamos en ositos de peluche
con las pilas gastadas,
aún podemos decirle a la luna
que tenemos ojeras para rato.
Y entonces viene el cuento de la edad y todo eso,
y lo que pudiendo haber sido no somos ni nunca seremos.
Pero rebuscando en los bolsillos
aun me queda calderilla para otro año
de despertarme donde no debo
y acostarme con quien no recuerdo.
Que ya vendrán los días de reposar el pellejo,
ya tendremos tiempo
de quitarle al sábado lo que la maldita suerte nos trajo.
Y entonces muy adentro sabremos
sin asomo de duda,
que lo que le hemos besado a la luna
no nos lo quita
princesa ninguna.
(va por ustedes amiguitos, por más años como los anteriores)
20 diciembre 2006
poema navideño para un hombre encarcelado
hola Bill Abbott:
me parece muy valioso que distribuyas mis libros
allá en la cárcel, mis poemas y cuentos.
si puedo aligerar la carga de algunos de los tipos con
mis libros, bárbaro.
pero la literatura, sabés, es difícil de asimilar
para el hombre ordinario (y para el extraordinario también);
a mí no me gusta la mayoría de la poesía, por ejemplo,
por eso escribo la mía de la manera que me gustaría leerla.
la poesía pareciera que se está volviendo mejor, más
humana,
la claridad del lenguaje tiene algo que
ver con eso (w. c. williams vino y le pidió
a todos que aclararan el lenguaje)
luego
vine yo.
pero escribir es una cosa, y la vida
otra, pareciera
que hemos mejorado la escritura un poquito
pero la vida (nuestra y ajena)
no pareciera estar mejorando gran
cosa.
quizás si escribiéramos lo suficientemente bien
y viviéramos un poco mejor
la vida mejoraría un poquito
como para que no dé vergüenza.
quizás los artistas no han sido lo suficientemente
poderosos,
¿quizás los políticos, los generales, los jueces, los
curas, la policía, los cafiolos, los hombres de negocios han sido demasiado
fuertes? no me
gusta esa idea
pero cuando miro a nuestros pálidos y preciosos artistas,
actuales y pasados, me parece que es
posible que sí.
(a la gente no le gusta cuando hablo así.
Chinaski, cortala, dicen,
no sos tan grandioso.
pero
carajo, no estoy hablando acerca de ser
grandioso.)
lo que estoy diciendo es
que el arte no ha mejorado la vida como
debería, ¿quizás porque ha sido algo demasiado
privado? y a pesar del hecho que los viejos poetas
y los nuevos poetas y yo
hemos tenido todos problemas idénticos o parecidos
con:
las mujeres
el gobierno
Dios
el amor
el odio
la indigencia
la esclavitud
el insomnio
la deportación
el clima
las esposas, y así
sucesivamente.
ahora me escribís
que al hombre de la celda de al lado tuyo
no le gusta mi puntuación
como pongo las comas (especialmente)
y también la manera en que divago
para decir algo con precisión.
ah, él no se da cuenta de la intención
la cual es
liberar, humanizar, relajar
y aún así hacerla tan real como sea posible
a la palabra en la página. la palabra debe ser como
la manteca o la palta o
el churrasco o los biscochitos calientes, o los anillos de cebolla o
cualquier otra cosa que sea realmente
necesaria. debería ser casi
posible que agarres las palabras y
te las comas.
(debe de haber algún vivo en alguna parte
por allí
que dirá
si es que lee alguna vez ésto:
"¡Chinaski, si quisiera una cena voy y
la pido!")
como sea
un artista puede divagar y aún así mantener
la forma esencial. Dostoievski lo hacía. él
normalmente contaba 3 o 4 historias marginales
mientras contaba la que era
central (en sus novelas, claro está).
Bach nos enseñó como poner una melodía encima de
otra y otra melodía encima de
esa y
Mahler divagaba más que ninguno que yo conozca
y yo encuentro gran significado
en su pretendida falta de forma.
no dejés que los chicos de la forma y la regla
como el tipo de la celda contigua
te las pongan encima tuyo. sólo
dale un ejemplar de Time o Newsweek
y estará feliz.
pero no estoy defendiendo mi obra (ni de vos ni de él)
estoy defendiendo mi derecho a hacerla de la manera
que me hace sentir mejor.
siempre pienso que si un escritor se aburre con su obra
el lector va a
aburrirse también.
y no creo en la
perfección, creo en mantener los
intestinos libres
por lo que coincido con los que me critican
cuando dicen que lo que escribo es un montón de mierda.
estás condenado a 19 años y 1/2
yo vengo escribiendo desde casi 40.
seguimos adelante con nuestras cosas.
seguimos adelante con nuestras vidas.
a veces escribimos mal
o a veces vivimos mal.
todos tenemos malos días
y noches.
a ese tipo de la celda al lado de la tuya debería mandarle
Las Obras Selectas de Robert Browning para Navidad,
eso le daría la forma que él está buscando
pero necesito la guita para el hipódromo,
Santa Anita abre el
26, así que dale un ejemplar de Newsweek
(los muertos no tienen futuro, ni pasado, ni presente,
sólo se preocupan por las comas)
y ¿puse adecuadamente las comas
aquí,
Abbott?
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08 diciembre 2006
No sé si me explico
El peso de la lata de cerveza me hace sonreir: aún queda bastante.
El humo bajo el flexo me hace susurrar: aún no tengo sueño.
El temblor de mis manos me hace especular: aún estoy vivo.
Y hoy he pensado en tí unas cinco veces.
Y el sabor del gin-tónic, como el de aquellas noches de verano.
Un día te paseas tan campante por las faldas de cualquiera
y otro vas a un mercadona y te entran ganas de llorar.
Realmente no tengo muchas cosas que decir al respecto.
La nostalgia es esa mala puta que aparece cuando superas
los tres miligramos de alcohol en sangre.
El amor: quisiera ser creyente para poder blasfemar.
Mi pretendida libertad son las bragas mojadas de una adorable desconocida,
mi realidad el día siguiente, con la mala leche de la resaca
y sus vozarrones.
Soy la pecera que nunca llegué a llenar.
Aún queda gin y aún queda piedra: aún no tengo sueño.
En la estantería, en los cajones, en cada puto rincón de esta habitación estoy yo,
el que sale en las fotos. Dónde está lo que pensaba entonces.
Araña en la garganta, pellizca en el estómago, masculla entre dientes.
Y al final siempre me las apaño parar mirar de reojo si hay luz en tu ventana.
Especulo con la posibilidad de considerarme imbécil y por momentos lo asumo,
pero al final me convenzo de que aquello que pensaba lo pensaba con razón:
huyo porque no puedo aceptar que tus labios sean los últimos que bese.
La ansiedad siempre lleva mejores cartas que tú.
Y luego hay un plantel de chicas hermosas, flores temblorosas por dejarse comer,
pero hoy he pensado en ti unas cinco veces.
Y no deja de ser una gilipollez, porque por nada renuncio a ver
cómo le tiemblan las piernas a la adorable desconocida.
Necesito suicidarme con balas de autoestima.
Un apunte: me río de mí mismo cuando por escribir mareado me creo
un charles bukowski.
El temblor de mis manos me hace especular: aún estoy vivo.
Y hoy he pensado en tí unas cinco veces.
Y el sabor del gin-tónic, como el de aquellas noches de verano.
Un día te paseas tan campante por las faldas de cualquiera
y otro vas a un mercadona y te entran ganas de llorar.
Realmente no tengo muchas cosas que decir al respecto.
La nostalgia es esa mala puta que aparece cuando superas
los tres miligramos de alcohol en sangre.
El amor: quisiera ser creyente para poder blasfemar.
Mi pretendida libertad son las bragas mojadas de una adorable desconocida,
mi realidad el día siguiente, con la mala leche de la resaca
y sus vozarrones.
Soy la pecera que nunca llegué a llenar.
Aún queda gin y aún queda piedra: aún no tengo sueño.
En la estantería, en los cajones, en cada puto rincón de esta habitación estoy yo,
el que sale en las fotos. Dónde está lo que pensaba entonces.
Araña en la garganta, pellizca en el estómago, masculla entre dientes.
Y al final siempre me las apaño parar mirar de reojo si hay luz en tu ventana.
Especulo con la posibilidad de considerarme imbécil y por momentos lo asumo,
pero al final me convenzo de que aquello que pensaba lo pensaba con razón:
huyo porque no puedo aceptar que tus labios sean los últimos que bese.
La ansiedad siempre lleva mejores cartas que tú.
Y luego hay un plantel de chicas hermosas, flores temblorosas por dejarse comer,
pero hoy he pensado en ti unas cinco veces.
Y no deja de ser una gilipollez, porque por nada renuncio a ver
cómo le tiemblan las piernas a la adorable desconocida.
Necesito suicidarme con balas de autoestima.
Un apunte: me río de mí mismo cuando por escribir mareado me creo
un charles bukowski.
04 diciembre 2006
Antes de que el amanecer
ser convierta en un certamen
de conciencias carcomidas
concluyo ante el espejo que
tras el noventa por ciento
de los gozos escrutados
la redundancia predomina,
y cuando descarto por sobreuso
la coartada del cinismo,
las negras sombras
de mi humor mal afeitado
fracasan en su afán
de sonsacarle a la culpa
apenas algo que no sean
carámbanos de sonrisas.
ser convierta en un certamen
de conciencias carcomidas
concluyo ante el espejo que
tras el noventa por ciento
de los gozos escrutados
la redundancia predomina,
y cuando descarto por sobreuso
la coartada del cinismo,
las negras sombras
de mi humor mal afeitado
fracasan en su afán
de sonsacarle a la culpa
apenas algo que no sean
carámbanos de sonrisas.
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