El peso de la lata de cerveza me hace sonreir: aún queda bastante.
El humo bajo el flexo me hace susurrar: aún no tengo sueño.
El temblor de mis manos me hace especular: aún estoy vivo.
Y hoy he pensado en tí unas cinco veces.
Y el sabor del gin-tónic, como el de aquellas noches de verano.
Un día te paseas tan campante por las faldas de cualquiera
y otro vas a un mercadona y te entran ganas de llorar.
Realmente no tengo muchas cosas que decir al respecto.
La nostalgia es esa mala puta que aparece cuando superas
los tres miligramos de alcohol en sangre.
El amor: quisiera ser creyente para poder blasfemar.
Mi pretendida libertad son las bragas mojadas de una adorable desconocida,
mi realidad el día siguiente, con la mala leche de la resaca
y sus vozarrones.
Soy la pecera que nunca llegué a llenar.
Aún queda gin y aún queda piedra: aún no tengo sueño.
En la estantería, en los cajones, en cada puto rincón de esta habitación estoy yo,
el que sale en las fotos. Dónde está lo que pensaba entonces.
Araña en la garganta, pellizca en el estómago, masculla entre dientes.
Y al final siempre me las apaño parar mirar de reojo si hay luz en tu ventana.
Especulo con la posibilidad de considerarme imbécil y por momentos lo asumo,
pero al final me convenzo de que aquello que pensaba lo pensaba con razón:
huyo porque no puedo aceptar que tus labios sean los últimos que bese.
La ansiedad siempre lleva mejores cartas que tú.
Y luego hay un plantel de chicas hermosas, flores temblorosas por dejarse comer,
pero hoy he pensado en ti unas cinco veces.
Y no deja de ser una gilipollez, porque por nada renuncio a ver
cómo le tiemblan las piernas a la adorable desconocida.
Necesito suicidarme con balas de autoestima.
Un apunte: me río de mí mismo cuando por escribir mareado me creo
un charles bukowski.
El temblor de mis manos me hace especular: aún estoy vivo.
Y hoy he pensado en tí unas cinco veces.
Y el sabor del gin-tónic, como el de aquellas noches de verano.
Un día te paseas tan campante por las faldas de cualquiera
y otro vas a un mercadona y te entran ganas de llorar.
Realmente no tengo muchas cosas que decir al respecto.
La nostalgia es esa mala puta que aparece cuando superas
los tres miligramos de alcohol en sangre.
El amor: quisiera ser creyente para poder blasfemar.
Mi pretendida libertad son las bragas mojadas de una adorable desconocida,
mi realidad el día siguiente, con la mala leche de la resaca
y sus vozarrones.
Soy la pecera que nunca llegué a llenar.
Aún queda gin y aún queda piedra: aún no tengo sueño.
En la estantería, en los cajones, en cada puto rincón de esta habitación estoy yo,
el que sale en las fotos. Dónde está lo que pensaba entonces.
Araña en la garganta, pellizca en el estómago, masculla entre dientes.
Y al final siempre me las apaño parar mirar de reojo si hay luz en tu ventana.
Especulo con la posibilidad de considerarme imbécil y por momentos lo asumo,
pero al final me convenzo de que aquello que pensaba lo pensaba con razón:
huyo porque no puedo aceptar que tus labios sean los últimos que bese.
La ansiedad siempre lleva mejores cartas que tú.
Y luego hay un plantel de chicas hermosas, flores temblorosas por dejarse comer,
pero hoy he pensado en ti unas cinco veces.
Y no deja de ser una gilipollez, porque por nada renuncio a ver
cómo le tiemblan las piernas a la adorable desconocida.
Necesito suicidarme con balas de autoestima.
Un apunte: me río de mí mismo cuando por escribir mareado me creo
un charles bukowski.
1 comentario:
Tras este frío aterrador y este paisaje siberiano,
la verdad es q tus palabras me saben a calor y mis ojos chispean como los de una gata en celo.
Encendería un fueguito de chimenea pero se ha terminado la leña
y solo me keda media botella de ron y un desconocido que ansía libertad y algún supuesto camino recto.
Releo mis cartas del pasado,
veo que el amor desenfrenado se volvió vacío y funesto.
Aki los recuerdos son solo eso: recuerdos.
Y es que claro, demasiados amores vulgarizan tanto como demasiados whiskies.
Todo resulta indigesto así que rechazo todo el tiempo. Te rechazo. Pero quién dice que no te deseo?
Querría decirte que te explicas,
incluso podría pensar q me he reencarnado antes de morir,
pero lo cierto es que sigo denotando temblor y esperanza en tus palabras.
Y ahora, como siempre q madrugo, viene Bowles a mi mente
y empiezo a no creer en eso de que la vida es un pozo inagotable
y que todo sucede un cierto número de veces y no demasiadas
Porque tú sabes
en cuantas ocasiones te vendrá a la mente aquella tarde de tu infancia,
una tarde que ha marcado el resto de tu existencia,
una tarde tan importante que ni siquiera puedes concebir tu vida sin ella?
Kizá cuatro o cinco veces...kizá ni siquiera eso.
Y cuántas veces más te dedicarán otras faldas una carta como esta?
kizá cinco, y sin embargo, todo te está pareciendo ilimitado.
Pero tienes razón, realmente todo esto es una auténtica idiotez,
y las excusas son lo que nunca pudimos asumir
porque yo tampoco renunciaría a sentir
cómo unas desconocidas manos recorren sin fin las piernas escurridizas de una musa ensangrentada.
Una nota: hacía mucho tiempo q el frío y el deseo no se arrejuntaban para extasiarme
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