No sé si aún recuerdas,
el otro día pensamos en comprar un lorito
que recitara tu silencio,
y yo te conté que en mis sueños había leído
que una oruga tocaba la cítara con secreciones de mercurio.
No sé si ya dormía,
porque te oí recitándome poesía,
y recuerdo cómo me gustaba
y cuánto me aterraba que acabara el día.
Y terminó.
La noche resucitó tu habla,
y pensé dónde estaría el hámster,
y si es posible tener una flauta de tibia,
me explicaste que las mascotas se deprimen,
se aburren
tanto como distanciados
tú y yo.
Insisto:
no sé si aún recuerdas,
o
si callas mejor que yo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario