30 enero 2007

La pregunta, como una bala que busca su orificio de salida. Y el suelo que piso como un flan, como mi estómago. Letras de cambio de vida a punto de vencer y yo con treinta y siete euros en el banco y burbujas de duda en las venas. Malditas sean las mañanas en las que la marihuana de la noche anterior sigue contigo. Maldito el disparo de la bala. Mis trincheras, mis andamios, todas mis respuestas incorrectas. Tengo un billete de avión, los dientes afilados y más miedo que pulgarcito. Por eso no lo entiendo, por eso no hay respuesta. Dice la teoría que si encierras a un mono en una jaula con el tiempo se acabará volviendo loco, pero que si abres un lado de la jaula y la acercas a un precipicio, el mono se sentirá extrañamente libre creyendo que puede elegir. Sé que hablar del miedo es desnudarse demasiado, pero a mí me siguen temblado las piernas cuando pienso en el exceso de intimidad, así que sólo tengo dos salidas: o lo pongo por escrito para calmarme el pulso o busco trankimazín en el cajón de la cocina. Y aun así me gusta pensar que estoy en mejor posición que el mono. Es cierto que las cartas sólo se pueden contestar con cartas, tan cierto como que los únicos besos son los que se besan con los ojos: el resto sólo es lengua para pegar sellos. Lo dice alguien que toda la vida ha llevado las gafas en el bolsillo, metiditas en su funda. Claro que eso era antes, cuando no hacía falta mirar porque besar a una más era como ganar un quesito en el trivial. ¿Por qué carajo nadie me avisó del final de la partida? Ahora que me he asomado al precipicio, lo único que puedo hacer es afirmar sin titubeos que cuando uno no sabe esquiar, la pista roja no tiene nada de divertida. También sé que los espejos rotos no son ningún juego y que ya no puedo besar de otra manera. Y aprendo y aprendo y sigo siendo el maldito inocente de siempre pero con una lista de certidumbres cada día más canija: la palabra precisa, el nudo en la garganta, la potencia sexual mínimamente aceptable. Certidumbres con ojeras, certidumbres bajo mínimos. ¿Qué ocurre cuando la respuesta es como el agua hirviendo a la sed? ¿qué te ocurre, juanmi, por qué te pierdes en el mapa de su piel? Concéntrate, no seas tarugo, vale ya de pececillos asustados.

29 enero 2007

En fin, estaba convencida a dedicar mi tarde de hoy, lunes, a lo q sería un rato divertido y ensoñador con mis pinceles y mis nuevas ranas de albufera. El caso es q después de dos horas dándole vueltas al fondo, pasando páginas de Picasso y Kirchner, intentando encontrar la piedra filosofal de los colores sin retórica, me he sentado. No he puesto ninguna película. Me he dicho que "ya vale de ver pasar tantas imágenes con ornamento". Total, que he cogido un libro cualquiera con letras, bueno uno q rescate en mis últimos días navideños por el norte, y no sé, creo q ha sido casualidad, pero he leído una carta y me han entrado unas ganas irresistibles de contarlo todo. Entendiendo por el todo algo q no había confesado nunca por aki. Seguramente, como dice alguien, esto sería lo más urgente del mundo, pero tb lo menos obligatorio. De eso que dices, bueno son las 4 y tengo toda la tarde por delante y q se hunda el mundo, yo a lo mío, y hasta me da pena la gente q se amontona en la taquilla del cine p ver imágenes de lunes invernal de día del espectador.

Ahora recuerdo kién me enseñó la teoría de las cartas y que las letras se contestan con letras y no con voz de teléfono. Tb recuerdo que, escritas a pluma y a papel, evocan mejor el humo del cigarrillo del destinatario, pero como akí no hay señas de correspondencia no puedo hacerlo del mismo modo. Si digo q escucho a Brahms y el quinteto para clarinete tampoco digo mucho de momento, aunq si fuera el momento lo diría todo con eso. Abro una botella de vino, es mejor así, de otra manera daría vueltas a mi perífrasis y acabaría por confesar q las ranas de mi cuadro no son lo q parecen. Y además, si me salgo de este rincón serena, mi aliento se congelará en una nube de vigas vistas. Sólo era una pequeña aclaración, y es q en esta casa al mirar hacia arriba ves el frío de verdad. Kizá no kiera empezar…

 Todo comenzó hace ya años, una noche en la q salí a una gala de gacelas pero no a cazar, y me encontré con la liebre q dormía en el erial y me dieron ganas de mojar pan en los huevos fritos del cóctel. Qué absurda tontería, me dije, cómo se te pueden ocurrir estas cosas. Sube al coche y da un teléfono falso p mantenerte en el anonimato como cenicienta y su zapato. Y eso hice, pero no resultó porque alguien se encargó de q el cazador encontrara a la liebre dormida en su erial. Como dije, yo no salí de caza. A partir de aquella noche tomé conciencia de q mi papel había sido siempre el de inspirar la búsqueda del encuentro y q nunca escaparía de la sorpresa. Eso significaba q nunca dejaría de pegar los añicos del espejo. El caso es q tengo q seguir haciéndolo. Esta vez la sorpresa me llevó a las palabras de una ventana, no a la pintura ni a la música sino a las voces internas de alguien. Y no es q Chopin haya dejado de tocar el piano p mi, ni q Duchamp se haya olvidado de sus certidumbres y de la pintura, no, no es eso. Tengo miedo del silencio sin carta, de q no haya siguiente entrega, la espero impaciente, trate de lo q trate, ya venga en primera persona o en endecasílabos. Por favor, mi adorable, sigua usted por donde sea y hablando de lo q sea porque a todo lo q tocas le sacas jugo de almíbar. No tienes derecho a malversar ese don.

22 enero 2007

Se puede vivir ignorando las explicaciones?

Tantas preguntas, tantas explicaciones, tantos pececillos de colores nadando en tu acuario sin destino fijo y, al final, sabes q todo se reduce a dos palabras q hacen q el mundo parezca tan perfecto y pleno como mundano. Pero no las voy a decir aki, solo te voy a contar como podría causar la transfiguración de un rostro sin mueca. Podría incluso ser un nuevo listado de certidumbres: el instinto sexual, la embriaguez, la comida, la primavera, el sarcasmo y el acto de bravura. Sé q ninguna de ellas es la q esperabas y q tanto primitivismo suprime el eco romántico de mis palabras…l'art pour l'art kizá: el virtuoso croar de las ranas reducidas al silencio q desesperan en su albufera…todo lo demás lo creó el amor…y lo poco q kedó lo destruyó O.Wilde con su De Profundis…
Pero yo deseo volver a leer tus palabras con tu voz, porque ahora ya puedo hacerlo sin tener q imaginármelo, porque ahora no kiero q esos filósofos nihilistas intenten vaciar el acuario con fiebre intestinal. Te advertí de todo: de mis dunas móviles con raíces cortadas, de mi obsesión por los cuentos con musas ensangrentadas, de mis besos con abismo sin estética, de mi afición por el riesgo veloz con niebla, de mi insomnio patológico sin fin, de mi pasión enloquecida por los monitos del desierto, de mi insaciable humedad, de mi ombligo espontáneo divido en dos, del contagioso temblor de mis piernas, incluso te advertí de mi buen comer… aunque es verdad q nunca te dije q sabría crear una mueca en los labios para ti, pero es q yo tampoco lo sabía…y ahora los dos andamos pidiendo explicaciones al Dios creador pero…a ti te las da? llevo toda la mañana intentando concertar una cita urgente con mi alma moderna para conseguir una falsificación aún más moderna…pero mira lo q me contestan: uno es burlado con delicadeza si es delicado, uno es burlado groseramente si es grosero, pero esa palabra q empieza por "a" y q kieres volver a repetir sigue siendo en el fondo uno, como una fiebre q tiene motivos suficientes para transfigurarse, una embriaguez q hace bien mintiendo sobre sí misma…

…en Madrid, con fecha atrasada, esperando una respuesta q me sepa desnudar sin beneficencias…

Carta a mí mismo pidiéndome explicaciones

Dice Benjamín Prado que un poema es un acuario con peces de verdad y agua inventada, así que tú, que nunca has llenado un acuario y casi nunca has escrito un poema, deberías al menos poder explicar por qué una mueca en los labios, de verdad y no inventada, es capaz de desbaratarte cualquier atisbo de control, soltura o suficiencia, y de hacer de tus dogmas un poema. Explícame también por qué cuando la pretendida libertad te dejó que la cogieras de la mano, lo que temblaron no fueron sus piernas sino tus andamios. Dime por qué ya no son tan ciertas tus certidumbres, ¿cómo es posible que las noches duren un mordisco y los besos un siglo? Enséñame el cuadro donde está pintado ese arte de birlibirloque que cambia los jueves por lunes, enero por abril y las ciudades de sitio. Dime una cosa ¿desde cuándo te interesan las tarifas de la distancia? Y sobre todo quiero que me expliques algo importante, algo que te habrás preguntado tú primero, ¿qué pasa cuando la musa se queda a dormir? Y no hablo de qué hacer con toda esa inspiración entre las manos, hablo de lo otro, ¿le lees un cuento y se queda dormida? ¡Ay amigo! a quién se le ocurre mezclar saliva con humo y perder la calma, maldito inocente, lo que tenían que temblar eran sus piernas, no las tuyas. Tú que vas tan de fantástico, tendrías que haberte visto; te sorprendió descubrir que nunca habías mordido tan fuerte, y te sorprende saber que puedes morder aún más. Como te decía, ya no son tan ciertas tus certidumbres, ¿cuántas veces crees que podrás seguir saliendo indemne? Te dije que no le contaras a nadie que ya te habías terminado todo el botecito de eso que sólo tenemos uno y que se suele llamar amor, te dije que no comparases sus ojos con la cocacola. También te dije que llevases ropa de abrigo; te advertí de todo eso y no me hiciste caso, cabezón ¿de verdad te creías que podías decirle a las dunas hacia dónde se tienen que mover? En el fondo lo sabes, no tiene sentido seguir conduciendo entre la niebla, aparca de una vez y no des más vueltas. Mírate, cada día comes menos, cada vez te cuesta más. Explícamelo, dime algo convincente. O al menos miénteme y jura que lo tienes claro. Pero decídete: o muerdes o ladras. O llenas el acuario o apagas la luz y te metes en tu cama de cuerpo y medio que ya no es lo que era.

... en Valencia, a veintiuno de enero de dosmil siete, dudando de lo benéfico de este desnudo.

19 enero 2007

pensamientos mañaneros

Kizá debería decir "no sé", "que se yo" o tal vez, ya q me han explicado q este foro es más público de lo q yo pensaba, debería confesar que "los mordiscos duelen más de lo q yo creía" y es q uno no se puede hacer una idea de lo q son las imágenes adunadas…hoy parece lunes, el cielo ya no es el de ayer, mis palabras ya no son las q eran, mis labios monologan una sinfonía mono-tono y los pinceles se han kedado duros por el frío…y qué hago, me kedo a esperar a q se calienten o intento encender un fueguito? lo cierto es q ninguna solución es tan buena como la q no digo. De q me sirve predicar si luego por hablar fumada me hago un lío y se me olvidan las creencias caprichosas de mi ente? Dime, tú q entiendes de qué hablo, por qué no miré los cuadros mientras me susurrabas?

12 enero 2007

Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.

Alejandra Pizarnik, Extracción de la piedra de la locura, 1962

09 enero 2007

Uno! 

Oh maldito! Deja de huir! 

Dos!

Oh maldita! Domínale! 

Tres!

Yo realmente dormía!

Jai: Haikus Nocturnos. Madrid. 2006

08 enero 2007

Es algo espeluznante. A cualquier lado
que uno mire, allí están, en un grupito
o caminando a solas por la acera.

Hay una cantidad inmensa. Son
cual plagas-marabunta de dos patas.

Invaden la ciudad. Están presentes
en bares, autobuses, en las casas...
Allí adonde uno vaya, allí están ellas.

Con su maldad pequeña en la sonrisa
y sádica mirada, a veces dulce,
les gusta torturarnos hasta el límite.

Lo sé por experiencias reiteradas.

Me atraen ofreciéndome un placer
que es bueno, pero luego me atormentan.
Y si escapo me atrapan nuevamente.

Altivas, recelosas, vigilantes,
buscan presas por calles o reuniones.
Saben cómo -y lo logran- dominarnos.

Disponen a su antojo de nosotros.
Les gusta estrangularnos con sus piernas.

Somos babeantes servidores suyos
que deben ir tras ellas. Como esclavos.
Nos son imprescindibles las malditas.

José María Fonollosa, Ciudad del hombre: Barcelona. 1996.

03 enero 2007

Para los que no salimos indemnes

Muchos mueren demasiado tarde,
y algunos mueren demasiado pronto,
Y ahí está la extraña doctrina de Nietzsche:
"muere a tiempo!"
Algo parecido es eso de salir indemne:
ascender a las montañas más altas
y reírse de todas las tragedias,
hasta q parezca q estás elevado!

Pero que hay de los q no consiguen subir
porque no aprenden lo q es la muerte libre?
los q creyeron en el ocaso más q en la eternidad,
los q hicieron pactos con el diablo,
los q se kitaron la piel a tiras para sentirse más desnudos,
los q se clavaron el puñal más adentro,
los q no pudieron esconderse de su terquedad,
dime, que hay de los q no salimos indemnes?

Salimos indemnes de todo aquello.
La prometida eternidad
los pactos de sangre
la uña y la carne
morirnos a medias
completamente desnudos
y los mordiscos
los arañazos
los pisotones
los empujones
y las verdades
como sacar el puñal de la herida.
Salimos indemnes de todo aquello.