La postura que tienes al despertar es lo que decide cómo va a ser el día que te espera. Verdad de la buena. Hoy al volver a casa andando se me ha mojado hasta el papel de fumar y ahora aporreo renglones a las tres de la mañana a ver si con el ruidito y las conclusiones tontas me quedo dormido. Mi cama me parece estúpida, creo que mañana despertaré bajo el mismo techo azul (sospecho que en la misma postura) y esta noche he llegado a la conclusión de que uno puede saber quién es contestando a cinco cuestiones muy simples: horario y composición de tus comidas, dónde estabas el sábado pasado a las cuatro de la mañana, los números de teléfono que aparecen en tu última factura, frecuencia en la masturbación y saldo neto a fin de mes. Por mi parte, lo que intento es encontrar la proporción adecuada de algunas cosas: la longitud del beso, los centímetros de barba, las horas de sueño, la frecuencia del deseo, el tamaño de la cama, las cervezas necesarias, la distancia soportable, la jornada laboral y el número de amigos. Quizá conociendo la dosis exacta de todo esto me encajen mejor las piezas y la máquina se mueva, y da igual hacia adónde pero que se mueva. Al fin y al cabo todo es cuestión de dosis, proporción, postura, frecuencia, número, momento. Cuántas noches por semana, cuántos días al mes, el destino de mi sueldo, mi lugar de residencia, sábado sí sábado no, la adicción al calendario o cuándo llega la hora de decir dos palabritas.
29 marzo 2007
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