12 febrero 2007

Una sábana es una superficie de tela con cuatro picos y algún dobladillo, capaz de envolver de un sólo trazo cuerpo y medio de razones para no dormir. La prodigiosa existencia de partículas de memoria entre sus plieges es un fenómeno aún poco conocido, pero sin duda evidente, como lo es el hecho de que las sábanas saben más de uno mismo que su propio dni. Entonces pobre de aquel cuyo juego de cama se aficiona a la ironía y practica la arruga vacía con quisquilloso rintintín, señalando exacto palmos, centímetros, distancias, posición, postura y volumen, duración e intensidad, cadencia respiratoria, contacto y abrazos. Así de sutil es mi insomnio: un sesenta por ciento algodón y un cuarenta de humor negro, cuatro picos, algún dobladillo, vestigios de anoche.

En Valencia (todavía), a casi doce de febrero de un curioso dosmil siete.

No hay comentarios: