31 diciembre 2006
Collage para los Reyes Magos
30 diciembre 2006
Poema de fin de año
Porque antes de que nos convirtamos en ositos de peluche
con las pilas gastadas,
aún podemos decirle a la luna
que tenemos ojeras para rato.
Y entonces viene el cuento de la edad y todo eso,
y lo que pudiendo haber sido no somos ni nunca seremos.
Pero rebuscando en los bolsillos
aun me queda calderilla para otro año
de despertarme donde no debo
y acostarme con quien no recuerdo.
Que ya vendrán los días de reposar el pellejo,
ya tendremos tiempo
de quitarle al sábado lo que la maldita suerte nos trajo.
Y entonces muy adentro sabremos
sin asomo de duda,
que lo que le hemos besado a la luna
no nos lo quita
princesa ninguna.
(va por ustedes amiguitos, por más años como los anteriores)
20 diciembre 2006
poema navideño para un hombre encarcelado
hola Bill Abbott:
me parece muy valioso que distribuyas mis libros
allá en la cárcel, mis poemas y cuentos.
si puedo aligerar la carga de algunos de los tipos con
mis libros, bárbaro.
pero la literatura, sabés, es difícil de asimilar
para el hombre ordinario (y para el extraordinario también);
a mí no me gusta la mayoría de la poesía, por ejemplo,
por eso escribo la mía de la manera que me gustaría leerla.
la poesía pareciera que se está volviendo mejor, más
humana,
la claridad del lenguaje tiene algo que
ver con eso (w. c. williams vino y le pidió
a todos que aclararan el lenguaje)
luego
vine yo.
pero escribir es una cosa, y la vida
otra, pareciera
que hemos mejorado la escritura un poquito
pero la vida (nuestra y ajena)
no pareciera estar mejorando gran
cosa.
quizás si escribiéramos lo suficientemente bien
y viviéramos un poco mejor
la vida mejoraría un poquito
como para que no dé vergüenza.
quizás los artistas no han sido lo suficientemente
poderosos,
¿quizás los políticos, los generales, los jueces, los
curas, la policía, los cafiolos, los hombres de negocios han sido demasiado
fuertes? no me
gusta esa idea
pero cuando miro a nuestros pálidos y preciosos artistas,
actuales y pasados, me parece que es
posible que sí.
(a la gente no le gusta cuando hablo así.
Chinaski, cortala, dicen,
no sos tan grandioso.
pero
carajo, no estoy hablando acerca de ser
grandioso.)
lo que estoy diciendo es
que el arte no ha mejorado la vida como
debería, ¿quizás porque ha sido algo demasiado
privado? y a pesar del hecho que los viejos poetas
y los nuevos poetas y yo
hemos tenido todos problemas idénticos o parecidos
con:
las mujeres
el gobierno
Dios
el amor
el odio
la indigencia
la esclavitud
el insomnio
la deportación
el clima
las esposas, y así
sucesivamente.
ahora me escribís
que al hombre de la celda de al lado tuyo
no le gusta mi puntuación
como pongo las comas (especialmente)
y también la manera en que divago
para decir algo con precisión.
ah, él no se da cuenta de la intención
la cual es
liberar, humanizar, relajar
y aún así hacerla tan real como sea posible
a la palabra en la página. la palabra debe ser como
la manteca o la palta o
el churrasco o los biscochitos calientes, o los anillos de cebolla o
cualquier otra cosa que sea realmente
necesaria. debería ser casi
posible que agarres las palabras y
te las comas.
(debe de haber algún vivo en alguna parte
por allí
que dirá
si es que lee alguna vez ésto:
"¡Chinaski, si quisiera una cena voy y
la pido!")
como sea
un artista puede divagar y aún así mantener
la forma esencial. Dostoievski lo hacía. él
normalmente contaba 3 o 4 historias marginales
mientras contaba la que era
central (en sus novelas, claro está).
Bach nos enseñó como poner una melodía encima de
otra y otra melodía encima de
esa y
Mahler divagaba más que ninguno que yo conozca
y yo encuentro gran significado
en su pretendida falta de forma.
no dejés que los chicos de la forma y la regla
como el tipo de la celda contigua
te las pongan encima tuyo. sólo
dale un ejemplar de Time o Newsweek
y estará feliz.
pero no estoy defendiendo mi obra (ni de vos ni de él)
estoy defendiendo mi derecho a hacerla de la manera
que me hace sentir mejor.
siempre pienso que si un escritor se aburre con su obra
el lector va a
aburrirse también.
y no creo en la
perfección, creo en mantener los
intestinos libres
por lo que coincido con los que me critican
cuando dicen que lo que escribo es un montón de mierda.
estás condenado a 19 años y 1/2
yo vengo escribiendo desde casi 40.
seguimos adelante con nuestras cosas.
seguimos adelante con nuestras vidas.
a veces escribimos mal
o a veces vivimos mal.
todos tenemos malos días
y noches.
a ese tipo de la celda al lado de la tuya debería mandarle
Las Obras Selectas de Robert Browning para Navidad,
eso le daría la forma que él está buscando
pero necesito la guita para el hipódromo,
Santa Anita abre el
26, así que dale un ejemplar de Newsweek
(los muertos no tienen futuro, ni pasado, ni presente,
sólo se preocupan por las comas)
y ¿puse adecuadamente las comas
aquí,
Abbott?
,
, , ,
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08 diciembre 2006
No sé si me explico
El temblor de mis manos me hace especular: aún estoy vivo.
Y hoy he pensado en tí unas cinco veces.
Y el sabor del gin-tónic, como el de aquellas noches de verano.
Un día te paseas tan campante por las faldas de cualquiera
y otro vas a un mercadona y te entran ganas de llorar.
Realmente no tengo muchas cosas que decir al respecto.
La nostalgia es esa mala puta que aparece cuando superas
los tres miligramos de alcohol en sangre.
El amor: quisiera ser creyente para poder blasfemar.
Mi pretendida libertad son las bragas mojadas de una adorable desconocida,
mi realidad el día siguiente, con la mala leche de la resaca
y sus vozarrones.
Soy la pecera que nunca llegué a llenar.
Aún queda gin y aún queda piedra: aún no tengo sueño.
En la estantería, en los cajones, en cada puto rincón de esta habitación estoy yo,
el que sale en las fotos. Dónde está lo que pensaba entonces.
Araña en la garganta, pellizca en el estómago, masculla entre dientes.
Y al final siempre me las apaño parar mirar de reojo si hay luz en tu ventana.
Especulo con la posibilidad de considerarme imbécil y por momentos lo asumo,
pero al final me convenzo de que aquello que pensaba lo pensaba con razón:
huyo porque no puedo aceptar que tus labios sean los últimos que bese.
La ansiedad siempre lleva mejores cartas que tú.
Y luego hay un plantel de chicas hermosas, flores temblorosas por dejarse comer,
pero hoy he pensado en ti unas cinco veces.
Y no deja de ser una gilipollez, porque por nada renuncio a ver
cómo le tiemblan las piernas a la adorable desconocida.
Necesito suicidarme con balas de autoestima.
Un apunte: me río de mí mismo cuando por escribir mareado me creo
un charles bukowski.
04 diciembre 2006
ser convierta en un certamen
de conciencias carcomidas
concluyo ante el espejo que
tras el noventa por ciento
de los gozos escrutados
la redundancia predomina,
y cuando descarto por sobreuso
la coartada del cinismo,
las negras sombras
de mi humor mal afeitado
fracasan en su afán
de sonsacarle a la culpa
apenas algo que no sean
carámbanos de sonrisas.
29 noviembre 2006
Dicen que tienes memoria en la piel
La piel cumple un papel importantísimo: la vida debe doler mucho en carne viva. Por eso los dermatólogos dicen que hay que mimarla para que no nos acabe matando. También dicen que la piel tiene memoria, aunque yo añado que además de memoria también tiene sus manías y que a veces es muy exigente, la muy jodida. No se conforma con cualquier caricia y cuando le da la gana te exige el contacto con otras pieles que al separarse duelen como cera ardiendo. Tampoco le importa demasiado que después no haya cremita que valga para poder dormir sin que te escuezan las sábanas. La piel, que se supone que nos proteje del mundo exterior, casi siempre nos traiciona y nos vende. Te delata si te avergüenzas, suda si estás nervioso, quema cuando estás solo. Lo peor es el día descubres que todos los pasos que han dado tus huellas dactilares han sido en falso y que estás perdido. Entonces te toca conocer otras pieles y usar tus dedos como el que explora un mapa, ignorando cuál será el mejor camino, si la aburrida recta o la inquietante curva. Así fue como cierto día conduciendo por la barra me quedé dormido al volante, y ahora no tengo muy claro si los tatuajes que me encontré al despertar son de los de verdad o de los que se van con estropajo. Qué impertinente se ha puesto mi piel todo este mes de noviembre, que empezó el día de difuntos y que casi me acaba matando. Harto de tonterías le he dado un ultimátum a mi piel: o me cuenta las ampollas que me tiene planeadas o me la arranco a tiras, aunque sean tiras cómicas, que ya me dijo el domingo un buen amigo que cada día me parezco más a mi caricatura.
17 noviembre 2006
-¿llevas cuatro cervezas?
Y yo, tan urbano e ilustrado, una vez más tengo horchata por sangre. Con la de nudos que llevo en la lengua cómo le explico yo a esta chiquilla, a esta diosa de la fertilidad, quién es Shopenhauer y qué opina sobre la llamada de la especie y el amor apasionado. Pero la chica se lleva a los labios otro petardo y se hace la tonta con media sonrisa, así que confío en que mis manos cumplirán su palabra de estarse quietas y que seré fiel a lo que me queda de sentido común. Quince céntimos vale un mensaje de texto, y en esos ciento sesenta caracteres uno puede ser capaz de emborronarse hasta límites insospechados: así es como yo y mis cuatro mahous contribuimos con otra piedrecita a levantar los muros del caos. Yo, tan urbano y desafeitado, jugando un papel que me viene grande. Y chisporrotea la lluvia mientras fumo en la ventana (como cuando tenía diecisiete años) y la diosa de la fertilidad, a estas horas, dormirá entre sábanas blancas ignorando a Shopenhauer, jodido alemán barbudo, que está a mi lado desbrozando el descampado de mis recuerdos. Porque digo yo que si tan bien se estaba entre tus piernas, porque soy tan feliz estando sólo y echándote de menos. Y por qué por muchas cosas que aprenda siempre hay un momento en el que me siento un maldito inocente. Demasiados mensajes, quizá no valga para aguantar no saber dónde duermo mañana. Y al final asumo que es tan sencillo como complicado. Ni acostarme sólo ni dormir con nadie. Después de tanto aprender y no saber nada, aún pienso que a la que sea capaz de hacer de mi ónfalo su ombligo le mostraré con la punta de los dedos el color dorado que se esconde en algunos rincones de la tarde. Quizá la chica haya pensado que al final no valía tanto la pena. Y yo con cuarenta y un mensajes sin borrar en el móvil y un cajón lleno de fotos que arañan las manos. La cosa está más o menos clara: al final hago de todos los cuerpos la misma piel, así que ella sigue siendo la misma. Y miro las botellas agrupadas en la mesa.
- Sí, creo que han sido cuatro.
08 noviembre 2006
Periplo
Esta noche que llueve tanto me ha venido a la memoria Monemvasia, un atolón-fortaleza al sur del Peloponeso donde Julián y yo llegamos a creer que Poseidón seguía vivo y que le habíamos ofendido en algo. Uno siempre se pone a recordar en los momentos más tontos, basta un poco de lluvia, nostalgia y algo de imsomnio. Por otro lado he caído en la cuenta de que el foro lleva medio muerto ya un tiempo, así que no estaría de más insuflarle unos renglones, a ver si revive, aunque en el fondo sepa que será como llevarle cubitos de agua a una ballena que se seca en la arena.
El caso es que Grecia es un país que desde el principio me atrajo por una sencilla razón: me siento muy identificado con sus ruínas, y es que no hay mejor sitio que aquél para entender el significado de la palabra ruína. Tantos hombres y tantos dioses han elegido Grecia para darse allí de ostias que su mapa está dibujado a base de guantazos, rayos y blasfemias. Es como si las costas hubiesen sido talladas a collejas, las montañas levantadas a patadas y los valles se hubieran hecho a fuerza de pisotones. Por eso donde debiera haber carreteras en realidad sólo hay cicatrices, y todos los cruces y todas las curvas están llenos de malos presagios. Dos mil kilómetros de violencia. Dos mil kilómetros intentando recomponer ruínas. A lo mejor yo también soy una ruina que visitan las turistas buscando un souvenir, y se llevan piedrecitas y me pisan los muros, y se hacen fotos y preguntan sobre mí. Vuelos baratos que al final te salen caros. Y el idioma: no entender nada. Vivir en un mundo de extraña grafía imposible de leer, perderse en cada calle y que el mapa que llevamos no nos valga para nada. Toda la vida igual. Alfabeto griego, mensajes de móvil, direcciones de correo en billetes de metro: tanta escritura y no saber qué decir. Y a pesar de la incertidumbre mi amiguito y yo, cada uno con sus razones y sin saber si estábamos entendiendo algo, empeñamos nuestro oro y nuestro hígado en ejercer de homéricos viajeros. Periplo de queso feta y vajilla de plástico. Enardecidos por el vino y un whisky escocés de doce años coronamos los montes Parnonas (meses hubieran tardado en encontrar nuestras ruínas), en Termópilas nos cruzamos con Leónidas en un A6, conduciendo como un loco hacia nosotros, y entre Lamia y Kalambaka aprendimos que es mejor no hablar de mujeres cuando se conduce. Nos invitó alguna camarera, no encontramos taxistas que de madrugada nos sacaran de aquellas calles extrañas, y hasta dormimos en una cama al revés porque alguno de los dos dijo que la inclinación inadecuada podía provocarnos una embolia. Y jugamos a la guerra de Troya, pero no pudimos raptar a Helena porque al llegar a Micenas ya no estaba allí. Y disfrutó con nosotros el Oráculo de Delfos, que no se lo pasaba tan bien desde los tiempos de Alejandro. Y subimos y bajamos y bebimos hasta debajo del agua y no dejamos de intentar entender algo. A veces pienso que la libertad es no saber dónde duermes mañana, y que no te duela demasiado dónde dormiste ayer.
Y a mí todo aquello me pareció bastante. Me conformaba con perder de vista esta ciudad, y muchas de sus calles y algunas de sus gentes, que tantas ostias me he dado aquí, como tantos hombres y tantos dioses en Grecia, que a veces cuando ando por Valencia me siento como si su mapa lo hubiera hecho yo, y sus puntos cardinales fuesen mis puntos de sutura. Y todos los viajes se acaban y volvemos a empezar de cero. Mensajes de móvil y billetes de metro. Curvas llenas de malos presagios. Ruínas ¿no ves que por dentro estoy en ruínas?
17 septiembre 2006
De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación -y ya es decir-,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colmena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
-seguro de gustar- es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo no supiese, hace ya tiempo,
que tú eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar a seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!
Jaime Gil de Biedma, Poemas póstumos, 1968.
09 septiembre 2006
Es curioso...
04 septiembre 2006
se rompe, nunca vuelve
a soldarse.
Así desde el principio
de los tiempos ocurre
y todas son heridas
que no cierran.
Ya sé por qué a menudo
mientras voy paseando
no levanto los ojos
del camino.
No es misantropía.
De este modo las piedras
cada vez más pequeñas
y yo nos consolamos.
Andrés Trapiello, Un sueño en otro, 2004
28 agosto 2006
hubo una epidemia de tristeza en la ciudad.
Se borraron las pisadas,
se apagaron los latidos,
y con tanto ruido
no se oyó el ruido del mar.
Mucho, mucho ruido,
ruido de tijeras,
ruido de escaleras
que se acaban por bajar.
Mucho, mucho ruido,
tanto, tanto ruido.
Tanto ruido y al final
la soledad.
Ruido de tenazas,
ruido de estaciones,
ruido de amenazas,
ruido de escorpiones.
Tanto, tanto ruido.
Ruido de abogados,
ruido compartido,
ruido envenenado,
demasiado ruido.
Ruido platos rotos,
ruido años perdidos,
ruido viejas fotos,
ruido empedernido.
Ruido de cristales,
ruido de gemidos,
ruidos animales,
contagioso ruido.
Ruido mentiroso,
ruido entrometido,
ruido escandaloso,
silencioso ruido.
Ruido acomplejado,
ruido introvertido,
ruido del pasado,
descastado ruido.
Ruido de conjuros,
ruido malnacido,
ruido tan oscuro
puro y duro ruido.
Ruido qué me has hecho,
ruido yo no he sido,
ruido insatisfecho,
ruido a qué has venido.
Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido.
Ruido de frenazos,
ruido sin sentido,
ruido de arañazos,
ruido, ruido, ruido.
J.Sabina 1994
12 julio 2006
obituario
-o-
Helada y sucia ya se anuncia el alba
con su oscuro cortejo de presagios.
Tendrías que acostarte, huir de este lugar
antes de que la luz te restituya
esa imagen de ti que ya conoces,
indefensa a tus ojos, lastimosa.
Has tocado por hoy el fondo de la noche:
las ropas no guardan la corrección de unas horas atrás
y tu lengua está torpe,
has empezado a hurgar en la memoria
y ya no hay quien te fíe.
Lo más sensato ahora sería retirarse.
19 junio 2006
comerciante
las excelencias de su mercancía:
lo seguro del abastecimiento,
lo inocuo de su empleo,
su duración, prácticamente indefinida
y su fácil transporte,
la sencillez de su almacenamiento,
la inexistencia de caducidad,
sus usos tan variados,
sus propiedades no contaminantes,
lo ilimitado de los yacimientos
y su precio económico, ajustado,
que hacían aún más tentador
unas facilidades de pago extraordinarias.
Al final conveció y cerró un gran negocio
en el desierto
el vendedor de arena.
Jesús Munárriz, Peaje para el alba, 2000.
12 junio 2006
EL POZO SALVAJE
monótona y brumosa de la vida diaria,
y que te amansa;
por más lobo sin dientes que te creas;
por más sabiduría y experiencia y paz de espíritu;
por más orden con que hayas decorado las paredes,
por más edad que la edad te haya dado,
por muchas otras vidas que los libros te alcancen,
y añade lo que quieras a esta lista,
hay un pozo salvaje al fondo de ti mismo,
un lugar que es tan tuyo como tu propia muerte.
Es de piedra y de noche, y de fuego y de lágrimas.
En sus aguas dudosas
reposa desde siempre lo que no está dormido,
un remoto lugar donde se fraguan
las abominaciones y los sueños,
la traición y los crímenes.
Es el pozo de lo que eres capaz
y en él duermen reptiles, y un fulgor
y una profunda espera.
Es tu rostro también, y tú eres ese pozo.
Ya sé que lo sabías. Por lo tanto,
acepta, brinda y bebe.
Carlos Marzal, Los países nocturnos, 1996
05 junio 2006
tira los dados
final.
de otro modo, no empieces siquiera.
si vas a intentarlo, ve hasta el
final.
tal vez suponga perder novias,
esposas, parientes, empleos y
quizá la cabeza.
ve hasta el final.
tal vez suponga no comer durante 3 ó
4 días.
tal vez suponga helarte en el
banco de un parque.
tal vez suponga la cárcel,
tal vez suponga mofas,
desdén,
aislamiento.
el aislamiento es la ventaja,
todo lo demás es un modo de poner a prueba tu
resistencia, tus
auténticas ganas de
hacerlo.
y lo harás
a pesar del rechazo y las
ínfimas probabilidades
y será mejor que
cualquier otra cosa
que pudieras imaginar.
si vas a intentarlo,
ve hasta el final.
no hay sensación
parecida.
estarás a solas con los
dioses
y las noches arderán en
llamas.
hazlo, hazlo, hazlo,
hazlo.
hasta el final.
hasta el final.
llevarás las riendas de la vida hasta
la risa perfecta, es
la única lucha digna
que hay.
Charles Bukowski, lo más importante es saber atraversar el fuego.
29 mayo 2006
se trata de ir sumando lunes
Vamos a ser felices, vida mía,
aunque no haya motivos para serlo, y el mundo
sea un globo de gas letal, y nuestra historia
una cutre película de brujas y vampiros.
Felices porque sí, para que luego graben
en nuestra sepultura la siguiente leyenda:
"Aquí yacen los huesos de una mujer y un hombre
que, no se sabe cómo, lograron ser felices
diez minutos seguidos."
Luis Alberto de Cuenca, De amor y de amargura, 2003
28 mayo 2006
27 mayo 2006
anticonsejo
Al parecer nos hemos acostumbrado a mirar el foro desde la acera y sin pisar la calle, como si nos diera miedo que nos atropellen si bajamos y contamos algo. En mi opinión se trata de una postura prudente pero algo equivocada: de vez en cuando es sano pelarse las espinillas con algún que otro trastabillazo contra el bordillo. Lo digo porque la experiencia -cuya voz tanto respeto porque siempre da buenos consejos- me dice que los golpes secos que duelen mucho pero que no son graves curan más que la mismísima mercromina. Así que si mantenemos esta actitud prudente y callada, nos aseguraremos espinillas intactas, pero creo que pronto empezaremos a notar la china del aburrimiento en el zapato por tener un foro tan jodidamente gris. En previsión y antes de tomar por definitivos los consejos de la experiencia, quiero romper la baraja y proponer un anticonsejo (1): matad a la prudencia, empaladla. La prudencia, mala puta, tiene tanto de útil como de aburrida, por eso hay que tratarla como si fuese un piojo, un descosido, una llaga en la lengua, la bola de acero que nos ata el pie. Queridos amigos haced caso de mi anticonsejo (2): si quereis que el viaje sea de verdad inolvidable, que la prudencia sea el primer lastre a lanzar cuando el globo pierda altura.
(1) Para quien no lo sepa, un anticonsejo es ese buen consejo que nadie con dos dedos de frente se atreve a darte, pero que quizá, al final, puede que sea el mejor de todos.
- el cuidado de mascotas
- las relaciones contractuales con tu entidad bancaria
22 mayo 2006
De qué forma explicarte que por ti
lo he hecho ya casi todo: renunciar a las otras,
renunciar a las noches en que ellas
en torno a mí giraban con la música
como giran las noches, como todo giraba
en aquel tiempo hermoso que juré
detener para siempre, como gira el deseo
al que he vuelto la espalda, como también a veces
la mirada se vuelve hacia esos días
que por ti he convertido en mi vieja leyenda.
De qué forma explicarte
que por ti me he desdicho: los amigos de entonces
se sonríen al verme, no me habla
mi soledad de siempre, ni siquiera el alcohol
me sienta como antes, y he perdido
mi destreza en el baile.
De qué modo explicarte, sin que lo entiendas mal,
que hasta mi juventud me va volviendo
la espalda, que por ti
lo he hecho ya casi todo, excepto aquello
que juzgabas tan fácil, que me pediste tanto
sin que nunca supiera atender tu ilusión:
el poema de amor que por fin te dedico
y que tal vez te oculten estos versos
sin halagos, sin rosas, estos versos
que no sabrán en nada parecerse
a los que tú soñaste. Un poema de amor
verdadero, sin trampas, sin palabras hermosas.
Vicente Gallego, La plata de los días (1996).
15 mayo 2006
Más poesías sin rima ni objetivo
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí dentro, no voy
a permitir que nadie
te vea.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero yo le echo whisky encima y me trago
el humo de los cigarrillos,
y las putas y los camareros
y los dependientes de ultramarinos
nunca se dan cuenta
de que está
ahí dentro.
hay un pájaro azul en mi corazón que
quiere salir
pero soy duro con él,
le digo quédate ahí abajo, ¿es que quieres
hacerme un lío?
¿es que quieres joder
mis obras?
¿es que quieres que se hundan de un soplo las ventas de mis libros
en Europa?
hay un pájaro azul en mi corazón
que quiere salir
pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
a veces por la noche
cuando todo el mundo duerme.
le digo ya sé que estás ahí,
no te pongas triste.
luego lo vuelvo a introducir,
y él canta un poquito
ahí dentro, no le he dejado
morir del todo
y dormimos juntos
así
con nuestro
pacto secreto
y es tan tierno como
para hacer llorar
a un hombre, pero yo no
lloro,
¿lloras tú?
Charles Bukowski, Peleando a la contra.
10 mayo 2006
son las habitaciones ventiladas,
el puré de reproches con sardinas,
las golondrinas muertas en la almohada.
que embalsaman al humo de los sueños,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole sin dueño.
remendar las virtudes veniales,
condenar a la hoquera los archivos.
Lo peor del amor es cuando pasa,
cuando al punto final de los finales
no le quedan dos puntos suspensivos
08 mayo 2006
Necroforo
Los muertos son egoístas:
hacen llorar y no les importa,
se quedan quietos en los lugares más inconvenientes,
se resisten a andar, hay que llevarlos
a cuestas a la tumba
como si fuesen niños, qué pesados.
Inusitadamente rígidos, sus rostros
nos acusan de algo, o nos advierten;
son la mala conciencia, el mal ejemplo,
lo peor de nuestra vida son ellos siempre, siempre.
Lo malo que tienen los muertos
es que no hay forma de matarlos.
Su constante tarea destructiva
es por esa razón incalculable.
Insensibles, distantes, tercos, fríos,
con su insolencia y su silencio
no se dan cuenta de lo que deshacen.
Ángel González, Prosemas o menos, 1985.
06 mayo 2006
Del foro...
01 mayo 2006
Un poco más de lo mismo
En principio no pensamos en ella
Nos conformamos con masticar
Y después se estropea de repente
Hace daño, y lo soportamos
Y la cuidamos y los desvelos,
Y para estar de verdad curados
Hay que arrancársela, la vida.
Boris Vian, No quisiera morir, 1962
29 abril 2006
Cefalea
27 abril 2006
La fina línea que separa el silencio del estruendo.
Siendo realistas, ninguno de nosotros esperaba una participación masiva, así que tendremos que dar por bueno el silencio. A lo mejor no hay nada que decir y entonces no decir nada dice mucho. Quizá no esperemos nada y por eso lo que tenemos nos parece suficiente. Suficiente foro, suficiente diversión, suficiente dinero, suficiente amor, suficiente ropa, suficientes libros, suficiente edad, suficiente tiempo, suficiente espacio, suficiente sexo, suficiente sábado, suficiente amistad, suficiente peso, suficiente sal, suficiente camino, suficiente futuro, suficiente alegría, suficiente sueldo, suficiente ron, suficientes heridas, suficiente ciudad, suficiente poesía, suficiente pelo, suficientes mentiras, suficientes besos, suficiente sonrisa, suficiente pene, suficientes recuerdos, suficiente alma, suficiente pan, suficiente cine, suficiente patria, suficiente amistad, suficiente nicotina, suficiente alquitrán, suficiente historia, suficiente vida, suficiente coefeciente, suficiente mente. Suficiente. Estoy hasta los huevos del cuento de lo sano que es tener suficiente. Nos lo venden a precio de oro, nos lo inyectan, nos lo hacen tragar cada mañana, cada nómina, cada calada, cada entierro, cada sonrisa, cada anuncio, cada polvo, cada extracto bancario. En cada telediario nos dicen que tenemos que estar agradecidos por tener suficiente, pero mienten como cabrones porque yo sé que en mis tiempos el suficiente era para los que aprobaban por los pelos. La única gloria era el cero o el excel·lent.
Si la vida es un examen, yo soy de los que estudian la última noche.
24 abril 2006
Amenaza cumplida
No me queda más remedio que volver a la poesía. Pocas cosas quedan a las ocho de la mañana después de chaouen y chivas. Hielo muriéndose al fondo del vaso, cenizas y humo. Estamos en las mismas: si alguna vez tuve una brújula la perdí por la noche y tonto. Los polos magnéticos, el despiste, la mañana temprano sin sueño, el compromiso de los lunes…
LA RESPUESTA DEL ERIZO.
No puede plantar cara al enemigo,
mostrándole los cuernos:
no los tiene.
Ni tampoco morderle:
son sus dientes
pacíficos, herbívoros.
Carece de aguijones, de sustancias
que inocular: su cuerpo
no produce venenos.
Ni puede refugiarse en la manada:
vive con su familia nada más, cuida de ella.
Ni siquiera la huida le es posible:
mal corredor, lentísimo, torpón,
lo atrapan de inmediato.
Así que si se siente
atacado, el erizo
se aovilla
y despliega sus púas.
Es su única defensa.
Pues aún hay quien le acusa
de agresivo.
Jesús Munárriz, Peaje para el alba.
17 abril 2006
Lunes
En fin, que queréis que os diga: a todos los subnormales nos da por algo, y ustedes van a tener que cargar con éste.
LOS monstruos nunca mueren.
Si crees que retroceden, si parece
que han olvidado el rastro de tus días,
tus lugares sagrados, tus rutinas,
el bosque inabarcable de tus sueños;
si sonríes, porque ya no recuerdas
la última noche en que te atormentaron,
ten por seguro que andarán buscándote,
ten por seguro que darán contigo.
Y entonces pisarán donde tú ya has pisado,
incendiarán tu bosque, tendrás cita
con ellos en su cama, jugarán con tus cartas,
beberás de su copa
y soñarán por ti castigos impensables.
Los monstruos nunca mueren.
Viajan dentro de ti, regresan siempre.
Son los pasos que escuchas
en el destartalado desván de la conciencia,
el ruido del somier de dos que follan
en el cuarto contiguo en el que no hay nadie.
Los monstruos son las sombras chinescas que proyecta
un imsomne demonio en la pared,
o el salvaje aleteo de un pájaro invisible
en un cofre cerrado; la llamada
en mitad de la noche, sin respuesta,
y es la respiración del monstruo
la que está al otro lado, jadeando.
Son el centro de un ojo
que no puede dormir,
porque no tiene párpado.
Pasa el tiempo, se pierde,
la memoria se pudre,
desolladero abajo de nosotros.
El amor se consume por obra de su fuego.
Los secretos terminan traicionándose,
cede la fiebre, el sol declina,
se nos muere la dicha del que fuimos,
el que somos se muere sin saberlo.
Pero los monstruos no.
Los monstruos nunca mueren.
Carlos Marzal, Los países nocturnos, 1996.
12 abril 2006
Habemus un crack
habemus forum
Mis más cínicas disculpas por haber tardado tanto, me dí toda la prisa que sé. No creo que haga falta poner excusas, al fin y al cabo estuve, como todos, dando vueltas aquí y allá, gastando suelas, debiéndome vasos de tubo e intentando con absoluta seriedad ser normal, no tener ojeras, oler bien, contar con el beneplácito de los escaparates y jugar a ese juego de cartas marcadas que es la vida social. Coincidiréis conmigo en que después de lo corrido desde el último foro hasta hoy, a algún lugar habremos llegado y no sé a vosotros, pero a mí ya me duelen los pies y me apetece sentarme un rato. Así que descalzo e impaciente, me gustaría que alguien me explicase dónde estamos y qué coño hacemos con las maletas que hemos traído. Dónde cuelgo la chaqueta, cuándo sirven la cena, quién da los turnos, en qué sillón me siento. Apetece. Apetece sentarse un rato y disfrutar de la rara comodidad de la incertidumbre. No estaría mal que entre todos fuésemos capaces de juntar algunos renglones que nos aclarasen, aunque sea de lejos, lugar exacto, dirección, objetivo, fin.